Lo bueno de la rutina es que sabes que siempre tienes el mismo trabajo, osea mucho. Hoy no eran mas que las siete y ya estaba en pie, prometía ser un largo día y así ha sido, de esos de diez horas de trabajo sin parar, lo que viene siendo media jornada. A las ocho estaba entrando en la finca, un día frió aunque apuntaba el sol. Como siempre lo primero que hago nada mas llegar es ver como esta el novillo, hoy lo veo peor, aunque se levanta el sigue arrastrando la pata y parece que esta partida. Si en unos días no evoluciona habrá que sacrificarlo.
Me he cambiado de ropa y le he echado de comer a esas dos vacas que jamas se ven hartas por mucha comida que tengan. He arreglado a los dos mellizos grandes, echándole cama seca y harina, ya que han salido a la vaca, no se ven hartos, se comen casi tres kilos de harina mas la leche que de la vaca, que no es poca.
Hoy estaba parida la de ayer, con el becerro colorado, pesa mas de setenta kilos, el primer macho del año, porque lo demás son todo hembras. Lo cogí y le coloque el crotal para así poderlo dar de alta. La vaca tiene una ubre enorme y aunque las tetas son gordas el mama bien.
Ya media jornada había pasado y el sol fuera, así que tocaba seguir con el corte de la leña. Las encinas se me hacen mas grande de la cuenta, muchos palos que caerle y mucho trabajo, como se suele decir la leña calienta varias veces, pero he conseguido preparar mas de tres mil kilos que han ido para el montón. Ya pasada la hora de comer decido irme a casa, ya ni el hambre pregunta, toca descansar y comer, que por hoy ya esta bien.
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